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miércoles, 22 de octubre de 2008

Destellos De Beethoven.


Beethoven ubica los destellos del alma con la novena sinfonía, infinita imaginación brotan las notas; sus notas, notas que predicen el futuro porque escritas fueron en el pasado; caen, revolotean, dibujan, diseñan, entretejen y delatan el destino de la vida. Diversas emociones experimenta el alma cuando se escucha un buen refinado y complejo trozo de música, que no por desconocidas, son menos deliciosas, poseas la capacidad para discernir a través del sonido los diferentes matices del alma o no, irremediablemente te perderás en insondables historias timbradas. Gustan los nobles peregrinos derramarse a la sombra de las partituras universales y luz de un buen café. ¿Cuánto tiempo malgastado en ésta época ausente de ternuras?, acostumbramos nuestra alma a degustar sonidos vulgares, elementales; y para animarnos decimos: …Está bien, a la gente le gusta, es pegajoso, se vende, como sí habláramos de algo que se conoce a fondo. Escuchar a diario un mal sonido, que por ende, se convierte en música detestable, mediocre, nos convierte en personas detestables y mediocres. La música es nobleza de lo puro, alegría, desconcierto, esperanza, acontecimientos, la vida transformada en sonido, vivencias personales, es el misterio más recóndito del alma ¿Cómo pretender que me detenga a escuchar vulgares reggaetones y superfluas canciones que trasmiten nada más que el deseo desenfrenado de emigrar del planeta? Me pregunto: ¿Qué diría Beethoven si despertara de su sueño divino y contemplara desolado el triste futuro de la música? él, que compuso toda su vida a merced de las velas, que soñó y concretizó el puente al futuro musical, sin dudas se espantaría de estos monstros inocuos de la mediocridad. Escuchar música, en toda la extensión de la palabra, amplia el espectro emocional, la vida es como el sonido del trueno, poderosa, pero efímera, quién inunde la suya de mediocres sonidos y nimiedades musicales, simplemente no la merece. Lleva más perdón quien posea el valor de abandonarla, y no descomponerla ¡Albricias existe Beethoven y sus nueve sinfonías!
Publicado por Fernando Aramis en 11:32 0 comment